Hasta que el hijo adquiera la mayoría de edad, los padres se ven obligados a adoptar una serie de decisiones, en beneficio del menor. Es frecuente pensar que el padre que tiene la custodia es el que decide todas las cuestiones respecto de los hijos y esto no es correcto, ya que no hay que confundir la guarda y custodia, que se reparte entre los padres y recae sobre el adre con el que el niño esté en cada momento, con la patria potestad, que habitualmente es compartida por ambos.
Sin embargo, aunque en la sentencia en la que se hayan adoptado las medidas relativas al menor se establezca la patria potestad conjunta de ambos progenitores, ello no significa que todas las decisiones respecto al menor se tengan que adoptar de manera consensuada entre los progenitores. Solo los supuestos de especial entidad, transcendencia o gravedad deben ser adoptados por ambos, como la decisión sobre el lugar de residencia, el centro educativo, la elección entre una sanidad pública o privada, el sometimiento a tratamientos médicos, intervenciones quirúrgicas etc. Por el contrario hay otras decisiones que afectan a la vida cotidiana del menor y que no revisten gran transcendencia que podrán ser adoptadas por el padre con el que se encuentre en ese momento, tenga o no la custodia, sin necesidad de recabar el consentimiento del otro.
Sin embargo, el hecho de que un progenitor no tenga que consultar con el otro para adoptar una decisión cotidiana no impide que deba mantenerle informado de todas las cuestiones que afecten al menor. Además, el progenitor que en ese momento se encuentre en compañía del hijo podrá adoptar decisiones respecto al mismo sin previa consulta al otro en los casos en los que exista una situación de urgencia y necesidad.
Referencia legal