Antiguamente era una de las alegaciones que con más frecuencia se utilizaban para intentar defendernos de una acusación por alcoholemia, manteniendo que aunque habíamos ingerido alcohol, no lo habíamos hecho en una cantidad tan elevada como para poner en peligro la seguridad del tráfico, tratando de justificar ese resultado por la ingesta de medicamentos que mezclados con el alcohol daban lugar esa tasa tan alta aunque el consumo había sido ínfimo.
En la actualidad muchos Jueces suelen preguntar si en el prospecto del medicamento se avisa que no pueden consumirse bebidas alcohólicas y si es así –como sucede en la mayoría de los casos- dicha alegación de descargo no suele producir el efecto defensivo deseado, pues se considera que si por error he ingerido alcohol no recordando la ingesta medicamentosa, en tal caso debe abstenerse de conducir, apoyando tal tesis en la reforma legal del art. 379 CP que ahora establece: “En todo caso será condenado el que condujere con una tasa de alcohol en aire espirado superior a 0,60 miligramos por litro o con una tasa de alcohol en sangre superior a 1,2 gramos por litro”.
Referencia legal